Esa voz es una mina (1956) Tít. orig.: Esa voz es una mina Dir.: Luis Lucía Int.: Antonio Molina, Rafael Durán, Delia Luna, José Luis López Vázquez Dur.: 85 min.
Me puse a ver esta película por ver a Antonio Molina y escuchar su voz y no me ha decepcionado ni lo más mínimo. No es una gran película, pero es que tampoco esperaba más, y como quería ver a Antonio Molina y esta película está hecha única y exclusivamente para el lucimiento del cantante, pues me he quedado bastante satisfecho.
Como el título de la película sugiere, Rafael (Antonio Molina) es minero en Andalucía y en las oscuras galerías va deleitando con su voz a sus compañeros. La empresa carbonífera en la que trabajan acaba de ser comprada por un industrial catalán; todos piensan que al ser catalán mirará “La pela” pero el tipo sólo quiere la empresa para tener una excusa para ir a Andalucía, una tierra que le encanta. Pronto descubrimos que la mujer de Rafael está paralítica y Rafael tiene que desvivirse por ayudar a la mujer que quiere y salir adelante con su sueldo y tres críos. El catalán, mientras tanto, monta una sala de juegos para los mineros, les pone una piscina, un equipo de fútbol y hasta un coro. El coro está dirigido por el padre Fermín, interpretado por José Luis López Vázquez, que tiene un papel bastante gracioso. El coro acude a Madrid a un concurso de coros de empresas en el que están en juego 5000 pesetas. Para qué negarlo: El coro es una mierda en la que el único que sabe cantar es Rafael. Rozan el ridículo cantando Quisiera ser tan alto como la luna, ¡ay!, ¡ay!,… y me imagino que os sabéis el resto. Rafael sale al rescate de sus compañeros con su magnífica voz y deja a todo el mundo asombrado. Pronto su vida cambiará cuando se le presente la oportunidad de ir a América como primera voz masculina de un espectáculo junto a la gran estrella Consuelo Romero, que tratará de engatusar a Rafael. ¿Abandonará Rafael a su pobre mujer inválida y a sus tres niños para irse a hacer las Américas? Tendréis que verla para descubrirlo.
La historia es muy sencillita pero nos deja algún momento entrañable como un sorteo de dos mil pesetas que los mineros amañan para que gane Rafael y otros momentos graciosos como ese en el que Antonio Molina finge estar afónico y el cura le pincha con una aguja para que suelte un “gipío”. Cine de antaño para ver con la abuela después de comer, sin pretensiones de ningún tipo, que hará las delicias de los que disfrutan con la música de Antonio Molina y también de los que lo descubran por primera vez. Destaca el papel de José Luis López Vázquez que siempre está a buen nivel aunque el papel no se preste para ello. Por último, como es imposible imaginarse la voz de Antonio Molina sin haberla escuchado antes, os dejo la famosa escena en la que canta Soy minero como no lo ha cantado ni lo cantará nunca nadie.
Exactamente es lo que pensé yo al verla. Es que tampoco es una película que pretenda ir más allá. Nos hemos tragado tantas americanadas para lucimiento de sus cantantes (como alguna de Elvis) que me parece estupendo reseñar aquí a uno de los mejores que dio nuestra música. El tío era único en la manera de cantar porque economizaba muy bien la respiración (me suena). Además que Jose Luis López Vázquez est´ça muy simpático y, en general, toda la película es muy simpática. Muy buen recuerdo el de hoy, Einer.
ResponderEliminarDe las pelis (malas) de Elvis podríamos hablar largo y tendido. A veces tendemos a consumir americanadas de escaso valor teniendo cosas mejores en España. Aquí se le saca buen partido a la voz de Antonio Molina haciendo una peli simpática, como dices. Un saludo, Marcos.
ResponderEliminarY que de recuerdos de crio, mi abuela era fan de Antonio de Molina, y mira que me ví películas con ella. Reconozco que me da algo de pereza ver hoy por hoy títulos del que mencionas,pero hay que reconocer que son unos clásicos del cine español,saludos.
ResponderEliminarLa verdad es que no son películas para verlas una y otra vez. Yo no creo que vuelva a ver esta en mucho tiempo, si es que la vuelvo a ver, pero están entretenidas. Un saludo, Jesús.
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