Mousepacks. Bandas de jóvenes, algunos de tan sólo nueve años, furiosos por las calles de una ciudad de las afueras. Uno en bicicleta derrama gasolina de un bidón de cinco litros y le prende fuego. Bombas caseras hechas con tuberías de plomo explotan en los servicios de un parque. Pintadas y obscenidades embadurnan los muros del centro comercial. Dos casas arden. Cientos de antenas de coche son arrancadas en una sola noche en un parking. El cemento líquido atasca los lavabos públicos y las fuentes de agua. Las luces de la calle son apagadas tan a menudo con armas de aire comprimido que ya no se reparan. Suena como el escenario de una Naranja mecánica infantil, una fantástica y futurista pesadilla. Pero todos estos incidentes son ciertos. Ocurrió en Foster City, donde los delitos de las bandas de preadolescentes —mousepacks— constituyen uno de los principales problemas de la ciudad. —Extracto de “Mousepacks: Kids on crime spree”, del San Francisco Examiner, 11/11/1973, extraído a su vez del artículo "Over the Edge. An oral history of the greatest teen rebellion movie of all time", Mike Sacks, Vice Magazine, Volume 7, Number 9.
La película que os traigo hoy está basada ligeramente en ese artículo del San Francisco Examiner. Sólo una gran diferencia: el final de la película es más violento.