Commando (1985)

Commando (1985) Tít. orig.: Commando Dir.: Mark L. Lester Gui.: Steven E. de Souza Int.: Arnold Schwarzenegger, Raw Dawn Chong, Dan Hedaya, James Olson, Vernon Wells, Alyssa Milano Dur.: 90 min.

SI VAS A LEER ESTO ES MEJOR QUE YA HAYAS VISTO LA PELÍCULA. AVISADO QUEDAS.

¡Ciento cinco! Ciento cinco (el número varía según la fuente) es el número de infraseres que Chuacheneguer en su infinita sapiencia tuvo a bien liquidar en esta película, lo que la convierte en la mayor salvajada de su carrera, para deleite de todos sus fans. Y los mata de todas las maneras posibles: de un tiro en la cabeza, con una granada, soltándolos en un precipicio, con un lanzamisiles, con un tubo de vapor, con un machete, lanzando discos de sierra, con sus propias manos, lo que se le va ocurriendo sobre la marcha, vaya.

Tras una secuencia en la que vemos a un negrata que va de malo y que ya intuimos que el Chuache se lo va a desayunar (chistecito sólo apto para los que la hayáis visto), llegan los maravillosos créditos con nuestro austríaco favorito haciendo lo que se ha demostrado que peor se le da: de padre ejemplar. Todo es felicidad en Villa Chuache, pero lo importante de los créditos es:

1. Schwarzenegger transporta sobre su hombro un tronco, lo que nos da una pista de lo que veremos después y es que en esta peli el Chuache no es un hombre ni es un Commando, es una bestia parda, un auténtico hombre del Medievo cuya única norma es: Si me jodes, mueres.
2. La hija le estampa un helado en la cara al Chuache y este en vez de matarla se ríe. Qué cuquis. Por cierto, la hija que en aquellas era un poco sosainas era la buenorra de Alyssa Milano.

Pasados los créditos llega un general en plan coronel Trautman en Rambo pero más finolis y le cuenta una movida que nos la pela, pero que es importante porque vemos que esto es la versión del Chuache de Rambo. El tipo se va, le deja unos Commandos (mu buenos, mu buenos) y entonces aparecen los malos pegando tiros. Uno de los Commandos heridos recibe la primera frase lapidaria de la peli:

—Recuerda que estás en la dirección del viento. La corriente los puede descubrir —dice Chuache.
—¿El viento? ¿Crees que a lo mejor podré olerlos?
—Yo los olí. XD

Segunda frase lapidaria. El Chuache va a buscar a su hija que está escondida en su habitación y se encuentra con un secuaz de Velásquez, un flipao que quiere dar un golpe de estado en una república bananera para bla, bla, bla,… al lío.

—Si quiere recuperar a su hija tendrá que cooperar, ¿no?
—NO. (Pum, tiro en la frente y a otra cosa mariposa)

La maravilla de este film es que el guion da pena, hace aguas por todas partes, está lleno de errores y da lo mismo, porque el secuestro de la niña y el golpe de estado en la república bananera es todo un gigantesco McGuffin para que el Chuache robe en la tienda de armas y se plante en la isla del Velásquez con todo su arsenal listo para desatar la Tercera Guerra Mundial él solo y crear la mejor comedia de la historia.

Al guionista de Souza no le preocupan lo más mínimo las leyes de la física, de hecho es posible que no sepa ni lo que es eso. El Chuache y el negro del principio se pegan en una habitación de motel, se lían a tiros y al final revientan una puerta y aparecen en la habitación de al lado donde una pareja está chingando. ¿No habían oído los tiros o es que se la sopla?

Luego, nuestro héroe de acción favorito, se carga a otro tío al que tiene sujeto por un pie al borde de un precipicio. Como esto es imposible hasta para Governator, no hay inconveniente en que se vea el cable que lo sujeta. Total, si él no puede, es que nadie puede.

—¿Te acuerdas que prometí matarte el último?
—Es verdad, lo prometiste.
—Te engañé.

Y lo suelta para que muera entre terribles sufrimientos. Porque la palabra piedad no está en el diccionario del Chuache, ni esa ni muchas otras.

Pero el gran final de este tío viene de una larguísima escena que comienza en un aeropuerto donde John Matrix, que así se llama el personaje del Chuache, ha matado a un negro en un avión con su seña de identidad: CRACK, rotura de cuello. Todo muy silencioso, claro. No moleste a mi amigo, está muerto de cansancio. Hasta llegar a la escena del precipicio habrá tiros, tiros y más tiros, persecuciones con coches que se rompen y se arreglan sólos y Matrix tendrá tiempo hasta de arrancar una cabina de teléfonos con este sujeto dentro y todo.

Para llegar a la isla, de Souza ya se ha encargado de que Matrix conozca a una tía que se está sacando la licencia de vuelo y que le llevará en hidroavión. Otra escena cachondísima: la tía tratando de arrancar el avión y Matrix pegando tiros en la puerta. Como el cacharro no arranca Matrix va pa dentro to chinao y le grita al avión: “Estúpido trasto, vuela o te destrozo”. Y el avión, acojonado, arranca sin rechistar. Jajaja.

A todo esto se me ha olvidado decir que Matrix a estas alturas ha irrumpido ya con una excavadora en una tienda de armas y se ha llevado lo suficiente para desatar el apocalipsis en el jardín de los terroristas.

Y allí se planta el Chuache, a plena luz del día con su maquillaje de camuflaje nocturno, con todo su arsenal y un millón de extras por delante para aniquilar. Pero no eran suficientes y algunos mueren entre 5 y 20 veces, más o menos. Esto es ya la apoteosis, el delirio final de Schwarzenegger matando a diestro y siniestro de todas las maneras posibles cual batalla final de videojuego que precede al combate contra el malo final: Bennett. Y a Bennett lo mata bien muerto de una manera súper irreal con su hija como espectadora de lujo viendo las salvajadas de papá en primera fila y, por supuesto, con su frase cachonda final: “Suelta un poco de vapor, Bennett”.

Y al olor de la sardina aparece Kirby que de entre el humo y las llamas ve salir a Matrix.

—¿Dejaste algo para nosotros?

Y responde Matrix:

—Cadáveres.

Y así termina la película de acción más tópica, más burra, más cachonda y más grande de la historia del cine. Imprescindible si os gusta la ultraviolencia y que entre la maleza haya trampolines para saltar al grito de: “¡¡¡GRANADA!!!”.