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¿Obra maestra dices? Pero si es un truñaco

A continuación voy a enumerar algunas de las más prestigiosas y reputadas películas de la historia y que a mí, como poco, me aburrieron. Sin embargo, antes de que os llevéis las manos a la cabeza ante los títulos que voy a citar, recordad que el cine es algo subjetivo y que el hecho de que a mí no me gustaran no está reñido con que a vosotros, estimados lectores, os parezcan maravillosas. Eso sí, los comentarios están abiertos a insultos o confesiones. Deberías aprovechar la ocasión que os brindo para cargar las tintas contra ese título que os atormenta y que no os atrevéis a vilipendiar por miedo a comentarios del tipo: «¡Pero qué dices, si es una obra maestra! Eso es que no la has entendido»; o por temor a que os señalen con el dedo de esta manera:

Amigos, hoy es el día de limpiar vuestro karma. Me huelo que aquí va a haber hondonadas de hostias.

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Tarántula (1955)

Tarántula (1955) Tít. orig.: Tarantula Dir.: Jack Arnold Gui.: Robert M. Fresco, Martin Berkeley Int.: John Agar, Mara Corday, Leo G. Carroll, Nestor Paiva, Ross Elliott Dur.: 77 min.

Hoy voy a comentar Tarántula, una película que me gusta mucho y que fue creada a rebufo del éxito de la gran Them! (La humanidad en peligro, 1954), de la que podéis leer una estupenda reseña en el blog de Roy D. Mustang y que originó toda una moda de películas de bichos gigantes.

A raíz de la Segunda Guerra Mundial y de la invención de la bomba atómica, el tema de la energía nuclear y sus efectos pasó a ocupar un lugar privilegiado dentro de la ciencia ficción de la época. Así, fuimos testigos del nacimiento de criaturas como Godzilla o las hormigas gigantes de la comentada Them! Sin embargo, hay un detalle que me gusta mucho de Tarántula, y es que a diferencia de estas y otras copias más que surgieron en los años siguientes, el origen de todo el desastre no es una experimentación atómica (aunque se haga referencia a un isótopo radioactivo), sino las fatales consecuencias de un experimento puramente bienintencionado: la creación de un nutriente que permita un desarrollo mayor y más rápido de animales y vegetales ante la previsible superpoblación mundial. Sí, vale, un experimento «bienintencionado» llevado a cabo por un mad doctor y sus secueces, pero sus intenciones eran buenas. ¿Quién no ha querido comer araña gigante alguna vez?

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El eternauta - H.G. Oesterheld y F. Solano López

El Eternauta es una maravillosa historia de ciencia ficción creada por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López que fue publicada entre 1957 y 1959 en la revista argentina Hora Cero Semanal.

El Eternauta comienza con el propio Oesterheld sentado en su despacho cuando de pronto se materializa frente a él una persona: El Eternauta Juan Salvo. Esto que en principio puede parecer un simple ejercicio de metaficción para dar a la historia un ligero toque de realismo, resultará al final trascendental en el desarrollo de la historia.

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