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Gore en las calles (1988)

En 1983, tras un año estudiando cine en la Wright State University, Jim Van Bebber decidió que no iba a continuar. La visión excesivamente teórica que se ofrecía no iba con él. En vez de pagar otro curso, utilizó el dinero del préstamo de estudios para montar una productora independiente con algunos colegas y empezar a rodar de inmediato, que es lo que de verdad quería.

Y así empezó el rodaje de Deadbeat at dawn, con una mano delante y otra detrás. Auténtico cine independiente. Con un presupuesto ridículo Jim Van Bebber rodó durante 4 años como pudo, a ratos, sin permisos, con la máxima de hazlo tú mismo por bandera. Se ocupó del guion, de la dirección, del montaje, de los efectos especiales y, por supuesto, encarnó el papel de Goose, el protagonista, un tipo medio yonqui, medio ninja mortal. Una película tan realista y sucia como sólo el verdadero cine independiente es capaz de conseguir. Artesana y repleta de gore. Una obra maestra.

La mayoría no veréis lo mismo que yo, no os voy a engañar. A mí me conquistaron sus peleas crudas a navajazo limpio, sus protagonistas pasados de droga, los hostiazos con los nunchakus, sus cachondísimos diálogos y su potentísimo final.

Aparentemente la historia es simple, se trata sólo de otra guerra entre bandas, pero Van Bebber hace de lo simple algo memorable al añadir todo lo que le apetece sin complejos: su personaje es experto en artes marciales y en el uso de los nunchakus (todo el mundo sabe que una peli en la que un tío se come una hostia de un nunchaku, mola, independientemente de lo que pase en el resto del metraje) y decide dejar su banda (The Ravens) por amor. Romántico, ¿eh? El caso es que la novia es una tarada amante de la ouija y demás supercherías (lo que depara otro momento épico) que no tardará en morir a manos de unos miembros de la banda rival (The Spiders), que son unos tipos de lo más sanotes. Goose se sume en una espiral de depresión, sentimientos a flor de piel, drogas, alcohol y psicodelia, y tras pasar por su personal vía crucis resurge de sus cenizas para cobrarse merecida y costosa venganza en un desenfreno final de hemoglobina y látex.

Rodada en 16mm e hinchada a 35mm, es un debut mugriento, sucio, enérgico y cachondo a más no poder. Van Bebber se permitió el lujo, además, de utilizar los efectos sonoros de los puñetazos y los nunchakus de Operación dragón en su película, modificándolos lo suficiente como para evitarse problemas, pero resultando todavía sorprendentemente reconocibles. Lo único que no me gusta de la película es el abuso que hace Van Bebber de unas imágenes psicódelicas de un caleidoscopio para transitar entre escenas, lo que no deja de ser un detalle menor.

Los amantes de la sangre falsa, las artes marciales, las bandas, las drogas y, en definitiva, a todos los que no sois de hocico fino, os la suda la coherencia y vuestra sección favorita del videoclub era la que todo el mundo describía como «ese montón de mierda», disfrutaréis. Garantizado. Y si sois lo suficientemente intrépidos podéis bucear por los cortos de Jim Van Bebber donde encontraréis maravillas repletas de casquería como My sweet Satan o el espectacular Roadkill. The last days of John Martin.

3 comentarios:

  1. Fan de Bruce Lee... y de Chuck Norris porque el pelito lo lleva igual.
    Menuda aventura de rodaje, cuatro años (un proyecto muy personal) y buscándose la vida para rodar (se esforzó el muchacho), sólo por eso hay que darle una oportunidad. Seguro que todo lo que hubo detrás puede ser mas interesante que la película en sí, a veces me pasa que me interesa mas el cómo se hizo que el resultado.
    Que yo recuerde en mi antiguo videoclub no habían títulos como este, ¡pero hace muuucho de aquello! Ahora nos queda la red y ya casi ni eso, se esta poniendo complicado encontrar cine.
    Saludos

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    1. A mí me recuerda un poco a Carlos Puyol, jajaja. La verdad es que Van Bebber apuntó alto y luego se quedó en nada, así que seguramente todo lo que hay detrás de la peli es más interesante que la propia peli.

      Un saludo.

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    2. En los videoclubs de mediados finales de los noventa se conoció como Gore en las calles. Editada por Gorgon video y en plena explosión del gore y el cine amateur. Pero años antes hubo otra edición española titulada Bandas callejeras.

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