Especial Halloween: Terror clásico

En esta noche especialmente terrorífica me gustaría recordar algunos clásicos del cine que nos han marcado a todos en mayor o menor medida. El cine de terror tiene sus orígenes en los orígenes mismos del cine y no está mal rendir tributo de vez en cuando aquellas grandes películas sin las que el cine de hoy en día no sería lo mismo. Comencemos.

El gabinete del doctor Caligari (1920)

Y de repente, llegó el terror. Bueno, no fue exactamente así. David Griffith ya había adaptado a Poe, Paul Wegener ya había hecho El Golem (la del 14) y a saber cuántos más, pero esta película fue la primera gran película de terror, concebida enteramente como película de terror y convirtiéndose en un gran éxito en la época.

Aparte de la historia, que sigue teniendo gran fuerza por sí misma, la plasticidad del film con los decorados cubistas de Warm, Reimann y Röhrig, crean un ambiente tétrico y pesadillesco que le confiere al film un aura especialmente siniestra. Se ha convertido en el referente del expresionismo alemán y el personaje de Cesare es ya mítico.

Körkarlen, la carreta fantasma (1921)

En esta época, el cine escandinavo estaba preocupado por dos temas: lo esotérico y lo oculto y el alcoholismo. En esta producción sueca, por supuesto, tenemos un poco de cada. A mí, la verdad, toda la parte moralista sobre el alcohol, que es prácticamente toda la película, me aburre un poco (aunque tiene escenas logradísimas) y creo que hoy en día lastra mucho el film. Sin embargo, imagino lo que debió sentir un espectador de la época en el cine y creo que la experiencia sería algo similar a cuando nosotros fuimos a ver Desafío total, Parque Jurásico o Matrix, es decir, te podrá gustar o no la película pero los efectos especiales se te quedan grabados.

Lo que consiguen en esta película el director Sjöström y el fotógrafo Julius Jaenzon con los efectos de sobreimpresión para liberar las almas humanas o hacer que los espectros y la carreta parezcan incorpóreos y atraviesen paredes y puertas es simplemente lo mejor hasta esa fecha. Sólo por esas escenas ya merece la pena. Por si alguien no sabe de qué va esto, es una leyenda que dice que el último hombre que muera en el año, si ha sido una persona realmente malvada, será condenado a conducir la carreta fantasma durante el siguiente año, recogiendo las almas que se va cobrando La Muerte. Por cierto, mítica también la escena en la que David atraviesa una puerta con un hacha para llegar hasta su mujer que huye de él. No sé, me recuerda a otra peli… pero no caigo.

Nosferatu (1922)

La verdad es que como película de vampiros no es mi favorita pero tiene un par de cosas que me encantan. Primero, el maquillaje de Max Shreck que verdaderamente parece que se acabe de levantar de la tumba y, segundo, la creación de ese momento inolvidable del cine cuando la luz del sol acaba con el vampiro, algo que no estaba en la novela de Bram Stoker. Que la película haya llegado hasta nuestros días es casi un milagro porque Murnau no quiso pagar los derechos a la viuda de Stoker, esta les demandó y al final se ordenó la destrucción de todas las copias y los negativos. Afortunadamente alguna se salvó.

Häxan (1922)

Ya le dediqué una entrada a esta película en el blog (aquí) así que no me extenderé. Tratado de Christensen sobre la brujería que mezcla partes casi documentales con partes dramatizadas y que explora los orígenes de este fenómeno y su evolución mostrando especial detalle en la Inquisición. Cargada de efectos y trucajes de gran calidad, para mí supera a todas las anteriores.

Drácula (1931)

La gran película de Lugosi, tipo al que tengo mucha simpatía y que aquí está espléndido. A diferencia de Nosferatu, aquí se hace una adaptación más “fiel” y oficial de la novela, pero partiendo de la adaptación de la obra para teatro, que sin embargo, al menos para mí, resulta menos sobrecogedora y menos impactante. Dirige el gran Tod Browning con la ayuda de Karl Freund como fotógrafo, otra figura importantísima en los orígenes del terror, y como no podía ser de otra forma, Tod Browning eligió a Lon Chaney para el papel de Drácula. Pero la vida es como es y Chaney murió en 1930 de un cáncer de pulmón, así que el papel se lo llevó Lugosi, que no había llegado a un acuerdo para protagonizar Frankenstein, papel que al final le cayó a un tal Karloff.

Frankenstein (1931) y La novia de Frankestein (1935)

De todos los monstruos del cine este es mi favorito. Una de las cosas que más me gusta de Whale es que coge algunos elementos de la novela pero otras se los inventa, como el tema de la electricidad para insuflarle vida al monstruo, cosa que no aparece en la novela, pero que se ha convertido en algo básico de cualquier adaptación. La película es una maravilla y para la historia quedará la interpretación de Boris Karloff, con un trabajo de maquillaje meticuloso a cargo de Jack Pierce y unos zapatos de 7 kilos. Casi ná.

El propio Whale dirigió la secuela que a mí me resulta incluso más entretenida que la primera y que gira en torno a la creación de un segundo monstruo, una mujer que sirva de pareja de Karloff.

A la hora de rodar Frankenstein a James Whale le dieron a elegir entre una veintena de historias para dirigir y eligió esta porque según él le habían encasillado en el cine bélico y quería hacer algo diferente. Hoy en día, nadie recuerda sus películas bélicas, ya que a la historia han pasado sus cuatro películas de terror. Por cierto, con lo feo que era Karloff, que rica estaba su novia.

La momia (1932)

Karl Freund se lanza a dirigir después de haber estado en la fotografía de El Golem y Drácula y lo hace con buen resultado, aunque en mi opinión inferior a sus compañeros de época, o sea, Frankenstein y Drácula. Curiosamente esta es la primera película de la Universal en la que se crea un monstruo que no tiene antecedentes literarios y en muchos momentos se sigue la estructura narrativa de Drácula, creando incluso personajes similares como el Dr. Muller que recuerda inevitablemente al Dr. Van Helsing.

La Universal decidió utilizar de nuevo a Karloff como protagonista y a Pierce como maquillador, que empleaba 8 horas diarias para convertir a Karloff en la momia.

El hombre lobo (1941)

Esta película me encanta aunque tiene un problema tremendo y es que a diferencia de otras como el Frankenstein de Whale, a la que las sucesivas adaptaciones parecen engrandecer aún más, con El hombre lobo pasa lo contrario, lo que vino después deja en bragas a esta peli, especialmente por la transformación de Lon Chaney Jr. que deja mucho que desear si la comparamos, por ejemplo, con la transformación de Un hombre lobo americano en Londres. Aun así, hay que reconocer que la película es muy entretenida y cuenta con un reparto de lujo, con el propio Lon Chaney Jr., Claude Rains, Ralph Bellamy o el brevísimo papel de Bela Lugosi haciendo de Bela el zíngaro.

Yo anduve con un zombi (1943)

No es la primera película que trata el tema zombi pero es una de las pioneras y además es de las pocas que no se tira por la vía de los infectados, los virus, los ghouls, ni cosas similares sino que explora el rito tradicional vudú por el que un brujo somete a una persona a su voluntad haciendo difícil distinguir si está vivo o no. Algo que recuerda un poco al estado mental de Cesare en El gabinete del Dr. Caligari.

Yo no la calificaría exactamente de película de terror, es más bien suspense, pero tiene algunas escenas que transmiten un verdadero desasosiego y eso es más de lo que pueden decir muchas películas del género, más aun tratándose de una serie B, como en este caso.

Sólo por la escena en la que las dos mujeres caminan entre los maizales y aparece Carrefour, el señor del inframundo, merece la pena verla.

Bonus Tracks:

El Golem (1920)

Esta película es un remake de Wegener de su propia película homónima del 14. Para resumir de manera rápida para aquellos que no conozcan la leyenda, El Golem es un protector de los judíos creado con barro que cobra vida cuando se le introduce en la boca el nombre de dios.

Lamentablemente esta me parece que es una de las que peor ha envejecido. La narración se hace larga y gran parte de la historia resulta aburrida. Aun así, la escena en la que se invoca a Altaroth para que revele la palabra que devolverá a la vida al Golem es acojonante.

La parada de los monstruos (1932)

Mi favorita de todas. Se diferencian dos partes claramente en el film: en la primera, la más cruel, Cleopatra y Hércules representan la humillación de la belleza a la fealdad y en la segunda, la terrorífica, los bellos se convierte en monstruos entre los monstruos y asistimos a una venganza que es casi como un acto de corporativismo entre freaks. La ley de los monstruos, como se dice en la película. Quizás la película más valiente de la historia y la que considero más imprescindible de todas las que he nombrado.

Y con esto terminamos. Feliz y terrorífico Halloween a todos.