Los profesionales (1966)

Los profesionales (1966) Tít. orig.: The professionals Dir.: Richard Brooks Gui.: Richard Brooks (basado en la novela de Frank O'Rourke A mule for the Marquesa) Int.: Burt Lancaster, Lee Marvin, Claudia Cardinale, Jack Palance, Robert Ryan, Jack Bellamy, Woody Strode Dur.: 117 min.

Hace muchos años, me llamó la atención una escena que vi en El equipo A y que se me quedó grabada a fuego. Tras ser encerrados en una minúscula celda con vistas al patio, nuestros protagonistas, mezcla de guerrilleros y presentadores de Bricomanía, desmotaban una cama de muelles (lo único que tenían a mano) y fabricaban una especie de lanzamisiles que disparaba los citados muelles. Apuntando a unos bidones de gasolina estratégicamente colocados y con el puro del coronel Smith consiguieron provocar una explosión que les permitió escapar sin un rasguño. Una escena memorable, no hay duda. ¿Por qué cuento esto? Bien, veamos de qué va Los profesionales.

En lo que podríamos denominar el crepúsculo del salvaje oeste (en esta película se ven coches desde el principio) un magnate del petróleo (Ralph Bellamy) está profundamente herido en su orgullo porque su mujer, nada menos que la guapísima Claudia Cardinale, ha sido secuestrada por un revolucionario mexicano llamado Jesús Raza que exige el pago de 100.000$ en monedas de oro. ¿Es para estar cabreado o no? El caso es que el tío decide contratar a Lee Marvin para que dirija la operación de rescate y a Woody Strode y a Robert Ryan para que le acompañen, pero Marvin no lo ve claro. Falta alguien. Necesitamos a este tío, dice señalando una foto. Primer plano de la foto con el dedo de Marvin y descubrimos que la pieza que falta en el puzle es ni más ni menos que Burt Lancaster. Dinamitero, para más señas.

Y ya tenemos al equipo A formado para liarse a tiros en el oeste, pensé. Imaginé a Marvin y a sus tres colegas matando cientos de mexicanos sin piedad y me equivoqué de cabo a rabo, porque este western tiene mucha acción, muy bien planificada y muy bien dosificada, pero tiene mucho más: tiene unas actuaciones impecables, una dirección y una fotografía que fueron merecidísimamente premiadas y, sobre todo, destacan unos diálogos absolutamente brillantes que hablan de las causas perdidas, el romanticismo de los ideales, el desencanto, la lucha de clases, la honradez,…

Como ya he dicho el reparto es de lujo: Lee Marvin en el papel de Henry “Rico” Fardan, jefe del grupo y excombatiente en la revolución mexicana que luchó codo con codo con Bill Dolworth, el papel que interpreta Burt Lancaster, al lado de Jesús Raza, el personaje de Jack Palance. Acompañan a estos la guapísima Claudia Cardinale que tiene un papel muy interesante, Woody Strode en un papel de rastreador que borda, Ralph Bellamy que en su escasa participación está muy convincente también… Tan sólo el papel de Robert Ryan, en plan El hombre que susurraba a los caballos, no me terminó de convencer. El resto todos geniales, pero tengo que decirlo: Burt Lancaster, una vez más, se come al resto. Y me encanta Lee Marvin y aquí está estupendo como casi siempre; pero lo de Burt Lancaster no tiene nombre, es otro nivel, juega en otra liga. Por supuesto, el guión está adaptado para lucimiento de sus dotes acrobáticas, pero sin abusar, y junto a otras escenas del film, quedamos convencidos al final de que esto no es sólo un western sino una peli de aventuras.

Puedo decir sin estropear nada de la historia que a mitad de metraje hay un giro de guión que lleva al film de la parte más aventurera a la parte más lírica y romántica, pero con ciertas dosis de acción para no caer en el aburrimiento y mantener el ritmo. Lo que no puedo citar sin generar un tremendo problema para el que no la haya visto es el estupendo diálogo final entre Palance y Lancaster, que aunque no desvela casi nada de la trama, RECOMIENDO SALTARSE EL SIGUIENTE DIÁLOGO A LOS QUE NO LA HAYAN VISTO:

Jesús Raza: Supongo que sabes que uno de los dos ha de morir.
Bill Dolworth: Es posible que los dos.
JR: Morir por dinero es una estupidez.
BD: Y morir por una mujer más aún. Sea la mujer que sea, incluso ella.
JR: ¿Cuánto tiempo vas a retenernos?
BD: Un par de horas y lo que pase aquí ya no importará. Ella volverá a ser la señora Grant.
JR: Pero eso no cambiará nada. Lo que importa es que ella es mi mujer. Antes, ahora y siempre.
BD: Nada es para siempre, excepto la muerte. Pregúntale a Fierro, a Francisco, a todos aquellos del cementerio de los hombres sin nombre.
JR: Todos ellos murieron por un ideal.
BD: ¿La Revolución? Cuando el tiroteo termina los muertos se entierran y los políticos entran en acción. Y el resultado es siempre igual: una causa perdida.
JR: Así que… tú quieres la perfección o nada. Eres demasiado romántico, amigo. La Revolución es como la más bella historia de amor. Al principio ella es una diosa, una causa pura. Pero todos los amores tienen un terrible enemigo.
BD: El tiempo.
JR: Tú la ves tal como es. La Revolución no es una diosa sino una mujerzuela. Nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta, así que huimos, y encontramos otro amor, otra causa. Pero sólo son asuntos mezquinos. Lujuria, pero no amor. Pasión, pero sin compasión. Y sin un amor... sin una causa… no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable.

Un diálogo buenísimo pero que así reproducido no dice ni la mitad que visto en pantalla: esas quebradas, ese polvo pegándose al cuerpo, impidiendo respirar a los protagonistas, la historia de amor entre Dolworth y Chiquita que aquí he omitido,… Hay que verla, esta película hay que verla.

Os dejo otra frase para el recuerdo:
Ralph Bellamy a Lee Marvin: —Es usted un bastardo.
Y contesta Lee Marvin: —Sí, señor, pero en mi caso es un accidente de nacimiento, en cambio usted,... usted se ha hecho a sí mismo.

Richard Brooks nos regala esta joya basada en la novela A mule for the Marquesa de Frank O’Rourke tres años antes de que Peckinpah hiciera Grupo Salvaje, con la que guarda muchas similitudes. Un western que analiza el papel de EEUU en la revolución mexicana, que se adentra de manera romántica en las relaciones humanas surgidas de ella, que nos muestra unos prototipos de anti-héroes que han perdido la ilusión, que se sienten desencantados, un film que muestra la desoladora belleza de El valle de la muerte, que cuida los pequeños detalles (como las pintadas de ¡Viva Villa! en los muros) que hacen grande a una película y que cuenta con un banda sonora maravillosa a cargo de Maurice Jarre no se puede dejar pasar por alto. La considero fundamental para los amantes del western y en general para cualquiera al que le guste el cine. Si tenéis la oportunidad de verla, no os la perdáis.