La felicidad de los Katakuri (2001)

La felicidad de los Katakuri (2001) Tít. orig.: Katakuri-ke no kôfuku Dir.: Takashi Miike Gui.: Kikumi Yamagishi Int.: Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida Dur.: 113 min.

Tras el chungo que le ha dado a Blogger continúo con el repaso a los musicales que se salen de lo común y hoy le toca el turno a La felicidad de los Katakuri, una película del adorado y denostado a partes iguales Takashi Miike y de la que se ha puesto de moda calificarla como una mezcla entre Sonrisas y lágrimas y El amanecer de los muertos (la de Romero). Ahi es ná.

Para los que ya hayáis visto algo de Miike, los Katakuri no se parece a Ichi the killer, ni a Audition, ni a Visitor Q, ni a Dead or alive,... De hecho, La felicidad de los Katakuri no se parece a nada que yo haya visto. Tampoco quiero venderos la moto de lo que no es. Los Katakuri es un poco tonta, absurda por momentos y está tremendamente sobreactuada pero, a pesar de ello —o quizás por ello—, el descojone está garantizado. Combinando musical con comedia negra, animación en stop motion y hasta zombis, nos presenta una familia de lo más variopinta con la que al final es imposible no encariñarse con todos y cada uno de sus miembros.

Los Katakuri, por motivos de la vida, se verán obligados a seguir al cabeza de familia en la gran aventura de montar una especie de hotel rural en la montaña y hacerlo funcionar, pero para desgracia suya, todos los huéspedes que se alojan en su hotel tienen la insana y desagradable costumbre de morirse. A pesar de las estrafalarias situaciones que les tocará vivir a los Katakuri al final lograrán alcanzar la felicidad al permanecer unidos como una familia.

La película es tremendamente japonesa en casi todo, como las canciones, que recuerdan a las sintonías de esas series que todos hemos visto o la actitud de los personajes; pero sobre todo, y esto es una virtud, destacan las coreografías: bailecitos al más puro estilo Power Rangers en las que sobresale Miyazaki, el hijo de la familia, que está totalmente entregado.

Tenemos momentos cachondímos como el descubrimiento del primer cadáver a ritmo de rock 'n' roll o la historia del espía Richard Sagawa, que también pertenece a la Marina de los Estados Unidos, en concreto, a la Marina Real Británica y es miembro de la Casa Real. Este personaje es memorable y uno de los pilares fundamentales del film.

La parte de la animación parece que se hizo para ahorrase escenas complicadas de rodar como la del precipio pero es una de las animaciones más tétricas y originales que he visto. A continuación una muestra.

En conclusión, no es la mejor película de Miike pero está plagada de humor negro, momentos delirantes y nunca sabes por dónde va a salir; y, aunque en algún momento flojee, el conjunto es sorprendente. Una película atípica dentro de la filmografía de Miike pero muy disfrutable.